La Fiscalía pide tres años de cárcel para los dueños de un bar en Teatinos por ruido

Los vecinos han denunciado en muchas ocasiones que el local supera los niveles marcados por ley

La Fiscalía de Málaga acusa a dos responsables de un bar de la capital malagueña para los que solicita penas de cárcel por un delito contra el medio ambiente al, supuestamente, superarse en el local los niveles de ruido permitidos con música, fiestas y retransmisiones de partidos de fútbol, lo que ocasionaron importantes trastornos a algunos vecinos. El fiscal señala en sus conclusiones iniciales que los acusados, a través de una sociedad, regentan desde noviembre de 2011 un local en la zona de Teatinos que desde su apertura, «sin haber obtenido la preceptiva licencia» para bar con música, tenía cinco televisores conectados a un ordenador «en los que retransmitían hasta altas horas de la madrugada partidos de fútbol y vídeos musicales».

Según se pone de manifiesto en el escrito provisional de la acusación pública, los procesados tenían «plena consciencia de los perjuicios que ocasionaba a los vecinos que vivían en el bloque» y, además, señala, instalaron un aire acondicionado justo debajo del dormitorio de una de las viviendas.

EL ESTABLECIMIENTO, SEGÚN EL FISCAL, NO TIENE LICENCIA Y YA SE CERRÓ EN ENERO DE 2012

En noviembre de 2011 uno de los vecinos denunció los hechos, requiriendo la presencia de la Policía Local. Las denuncias, dice el ministerio fiscal, se fueron sucediendo en diferentes ocasiones «comprobándose en todas cómo los acusados no tenían licencia para ejercer ese tipo de actividad». El local se llegó a cerrar en enero de 2012, «volviéndose a abrir y cerrar continuamente hasta abril».

En ese momento, se realizaron mediciones por parte de una empresa en uno de los dormitorios y los resultados arrojaron que se superaba el nivel de ruido máximo permitido. «Pese a haber adoptado medidas mínimas por parte de los responsables del local, los acusados con pleno conocimiento de que las mismas no eran suficientes para paliar o minimizar el ruido continuaron con dicha actividad», se indica.

De hecho, «llegaron a celebrar fiestas hasta altas horas de la madrugada», según el fiscal, quien señala que se continuaron presentando denuncias en 2013 y en 2014 y realizando mediciones que «superaban» en varios decibelios los niveles permitidos, lo que ocasionó a los vecinos «ansiedad y trastornos el sueño» que han requerido tratamiento médico.

Para el fiscal, se trata de un delito contra el medio ambiente continuado por emisiones de ruidos perjudiciales para la salud, solicitando tres años de prisión para cada uno y multa de 12.000 euros; así como la clausura del local hasta que se adopten las medidas pertinentes para evitar dichos niveles de ruido y, en todo caso, durante un plazo de tres años.

Asimismo, el ministerio público insta a que los acusados junto con la sociedad que regentaban y la aseguradora indemnicen a cuatro vecinos perjudicados en la cantidad que se determine posteriormente en función de los perjuicios físicos y morales. El juicio en un juzgado de lo Penal está previsto para mediados del próximo mes de diciembre.

MALAGAHOY

El Ayuntamiento quiere frenar el traspaso de bares en el Centro (y El Romeral)

La Asesoría Jurídica ampara la declaración de zonas acústicamente saturadas

La apuesta del área de Sostenibilidad del Ayuntamiento de Málaga por declarar buena parte del Centro, así como El Romeral, como Zona Acústicamente Saturada (ZAS), recibió ayer el amparo de la Asesoría Jurídica municipal. No solo en lo que al formato se refiere, sino también en las medidas diseñadas por el departamento dirigido por el concejal Raúl Jiménez, entre las que se incluye una moratoria a la concesión de nuevas licencias para negocios de hostelería en las calles en las que los niveles sonoros sobrepasan los límites permitidos.

Si bien esta acción no afectaba inicialmente al traspaso de los locales ocupados, la pretensión del equipo de gobierno del PP es que el mismo se realice con condiciones. Principalmente, explicó Jiménez, para impedir que se mantenga la misma actividad ruidosa. En este sentido, expuso: «Para ciertas actividades, como sería la de un bar de copas, no podrán ni darse nuevas licencias ni aplicar modificaciones». Así, a modo de ejemplo, el edil señaló que sí se autorizaría el traspaso de un bar para la implantación de una panadería o una zapatería. Bien es cierto que la efectividad de la medida sería de un año, dado que las ZAS tienen esa vigencia, pudiéndose posteriormente anularlas o modificarlas si se constata que las razones que provocaron su aprobación han desaparecido.

EL TRASPASO DE LOCAL SÍ SE PERMITIRÍA PARA UNA ACTIVIDAD DIFERENTE Y MENOS RUIDOSA

La aplicación de esta medida había sido puesta en duda por el área de Comercio. Sin embargo, conforme a la aplicación de la Ley de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental (GICA), de la Junta de Andalucía, ampara la aplicación de la misma. De acuerdo con los estudios acústicos realizados por el departamento municipal, se cuentan del orden de una veintena de vías del casco antiguo donde se superan los 70 decibelios en horario nocturno. Esta circunstancia hace que sean espacios en los que se aplicará esta medida restrictiva. Pero no es la única en la agenda municipal. Una de las apreciaciones realizadas por la Asesoría Jurídica en la reunión que ayer mantuvieron este departamento con Medio Ambiente, Promoción Empresarial y Urbanismo para abordar las ZAS alude a la necesidad de que el proyecto sea «más explícito» en ciertos planteamientos recogidos en la normativa municipal.

Uno de ellos, dijo el concejal, el relacionado con la posible limitación de los horarios de actividad de los locales de hostelería. La primera intención de Medio Ambiente era posponer la fijación de estos horarios y dejar la decisión en manos de una mesa de trabajo de la que iban a formar parte vecinos y hosteleros. «Ahora tendremos que adelantar esos encuentros», comentó Jiménez. En cualquier caso, sí señaló que de aplicarse algún recorte horario, el mismo sólo afectará a las ubicaciones donde los niveles de saturación acústica sean superiores.

Lo que resulta claro la aprobación de las zonas acústicamente saturadas tendrá que espera aún algunas semanas. Y ello porque Asesoría Jurídica recomendó ayer al área que antes de ir adelante con la tramitación lleve a debate la propuesta a la mesa transversal de lucha contra el ruido, que no está creada.

MALAGAHOY

Vivir con ruidos (y muchos)

‘Málaga Hoy’ mide los niveles acústicos en varios puntos de la ciudad y todos incumplen la recomendación de no superar los 65 decibelios

 

Ruido. En Málaga hay mucho ruido. Los decibelios superan no sólo lo permitido sino lo conveniente para la salud. Las normativas de las administraciones públicas no se cumplen y las recomendaciones y pautas a seguir que ellas mismas se marcan están escritas sobre papel mojado. Lograr el objetivo de calidad acústica en los pasajes más transitados es una tarea difícil, cuando no imposible. Acaso una utopía más aplicable a un lugar bucólico, en el que el único sonido que interrumpe el silencio es el piar lejano de un ave, que a una capital del Mediterráneo, donde el estruendo de una obra sin pantallas de reducción de ruido se mezcla con el zumbido de un camión de la limpieza y el fragor de motores de combustión y tubos de escape.

La contaminación acústica no es un asunto baladí. Aunque la del aire es la que más suele preocupar entre los ciudadanos, la acústica también es una cuestión seria que en Málaga se antoja bastante difícil que vaya a tener una solución a corto plazo. El Reglamento de Protección contra la Contaminación Acústica en Andalucía, recogido en el Decreto 6/2012 de la Junta, establece que en sectores del territorio con predominio de suelo de uso residencial –es decir, en calles en cuyos aledaños viven personas– es conveniente y deseable que los decibelios no superen los 65 dBA (decibelios) en horario diurno. Este periódico, acompañado de Javier Garoz, el director técnico de ingeniería acústica de Aistec, una empresa malagueña acreditada por la Empresa Nacional de Acreditación (ENAC) y que ha sido contratada por el Ayuntamiento de Málaga para, entre otras tareas, realizar el tratamiento acústico de la última planta del Palacio de la Aduana, pudo corroborar que los niveles acústicos de la ciudad distan mucho de cumplir con el decreto autonómico.

El estudio, realizado con un sonómetro homologado y con mediciones de varios minutos en cada zona analizada para obtener un promedio fiable, se llevó a cabo el jueves 2 de noviembre entre las 10:00 y las 12:00. El recorrido comenzó en la calle Larios, a las 10:00, cuando el centro aún se estaba desperezando y el ajetreo de la vía era bastante menor con respecto al que se produce en horas más vespertinas. Aun así, y tratándose de un paseo peatonal en el que durante los más de siete minutos que duró la medición no circuló ni un solo vehículo autorizado, el ruido promedio fue de 73.2 dBA, ocho puntos más que el objetivo propuesto por la Junta.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que someterse a ruidos superiores a los 70 dBA conlleva efectos negativos en el organismo humano, y recomienda evitar durante el día los 55 dBA. Si en una calle como Larios, cortada al tráfico, resulta misión imposible seguir los consejos de la OMS, en el segundo punto del trayecto, la Alameda Principal, la situación es incluso peor. Y es que en el carril central de la vía, donde cualquier vehículo circula a sus anchas, el promedio se elevó hasta los 77.1 dBA, llegando a veces a picos superiores de 80 dBA, durante el paso de una motocicleta de alta cilindrada y de vehículos pesados. Es aquí donde el técnico que nos acompaña reflexiona sobre la conciencia que deben tomar tanto la Administración como los ciudadanos, por ejemplo, con el transporte público: la primera debe garantizar una red fluida, amplia y ecológica, y los segundos optar por desplazarse en ella y no en vehículos de combustión interna que contaminan demasiado.

Las obras también fueron objeto de estudio en este reportaje y, como no iba a ser de otra manera, los niveles acústicos superaron, y mucho, el decreto. Tras pasar por el mercado de Atarazanas y calcular que el promedio en su interior era de 71.7 dBA a las 10:30 –en 2009, este periódico hizo la misma prueba pasado el mediodía, en la hora de mayor bullicio, y superó los 80 dBA–, se colocó el sonómetro a unos 20 metros de las máquinas que actúan en las obras del Metro. A esa distancia, el ruido promedio que captó el aparato fue de 73.4 dBA. Un nivel elevado que, sin embargo, es mayor cuando se hace la medición en otras obras que sí están abiertas al paso de peatones, como una de pequeña dimensión que se estaba haciendo en calle Bolsa y en la que cualquier persona que caminase junto a ella se sometió a un ruido promedio de 77.1 dBA, la misma cifra que dio en la Alameda durante el paso continuo de decenas y decenas de vehículos.

La doctora Victoria Fernández, neurofisióloga en el Hospital Regional de Málaga, explica que con la simple exposición a ruidos superiores a los 35 dBA se produce una alteración del sueño que puede conllevar graves problemas para la salud: “El ruido tiene efectos muy nocivos sobre la estructura del sueño, porque impide su conciliación y cambia de fase”, dice Fernández, quien recuerda que estos cambios afectan directamente al sistema autónomo, el cual “maneja la presión arterial, la frecuencia cardiaca y la temperatura del cuerpo”, de manera “que se resiente y puede dar lugar a multitud de enfermedades celebrovasculares que a largo plazo pueden ser muy nocivas”.

Dormir adecuadamente es indispensable para tener una vida saludable, sin embargo, los ruidos dificultan conseguirlo. Y qué ruido más conocido para los ciudadanos que el del camión de la basura o de la limpieza que cada noche se pasea por las calles e interrumpen el descanso. Precisamente, por este motivo, durante el trayecto se decidió hacer una pausa para medir el ruido que generaba un camión de la limpieza estacionado en la calle Doctor Felipe Sánchez de la Cuesta y Alarcón. El resultado, que a estas alturas ya no sorprende, fue de 78.1 dBA, un nivel que, salvo que tengas una casa perfectamente insonorizada, incidirá cada noche en tu sueño y te podrá acarrear, a largo plazo, problemas cerebrovasculares, así como “insomnio, depresión y bajo rendimiento en el trabajo”, tal como y explica la doctora Fernández. Habida cuenta de que las mediciones sobrepasaban con facilidad los límites establecidos, el penúltimo punto que optó por analizarse fue a las puertas de un hospital, en este caso, del Dr. Gálvez. ¿Podría la entrada de un hospital disfrutar de un nivel acústico adecuado, más teniendo en cuenta que está situado en una zona céntrica con el acceso al tráfico restringido? La respuesta es no, ya que si bien el promedio fue el más bajo de todos los puntos analizados –67.1 dBA–, se siguió superando los 65 dBA que pide la Junta. El colofón final fue el punto escogido para finalizar el estudio: el túnel de la Alcazaba. Cualquiera que haya recorrido andando dicho túnel con vehículos en circulación habrá podido experimentar cómo cada palabra que pronuncia se pierde en un estruendo de motores y cómo los tres minutos que se tarda en atraversarlo son suficientes para que los oídos se taponen y el ritmo cardiaco se acelere. Lo cual no es extraño, pues el sonómetro captó un promedio de 86.5 dBA, que en más de una ocasión –como por ejemplo cuando pasó una motocicleta– se elevó a niveles superiores de 90 dBA.

En definitiva, en Málaga se hace ruido. Y como decíamos al principio, muchísimo. Los 65 dBA diurnos que considera la Junta de Andalucía como óptimos no pueden cumplirse, ni siquiera a las puertas de un hospital. Y lo cierto es que parece que desde las entidades públicas no se le ha dado la importancia que merece en los últimos años, a pesar de la existencia de más estudios, tanto sanitarios como urbanísticos, que explican, uno, los muchos problemas que tiene vivir rodeado de ruido y dos, cómo evitarlo. Como paradigma de esta situación, Garoz pone como ejemplo la avenida Plutarco, en Teatinos, una zona de relativamente reciente construcción en la que se ha permitido que se abran bares y terrazas justo debajo de viviendas, a pesar de ser un barrio que cuenta con la extensión suficiente como para tener una zona de ocio en una parte que no tenga por qué afectar acústicamente a los vecinos. Pero así es Málaga, y el Ayuntamiento lo sabe, aunque no haga lo suficiente para solucionarlo, pues el Mapa estratégico de ruido ciudad de Málaga, elaborado por el propio Consistorio, concluye que en torno al 29 % de la población total de la ciudad –unas 165.000 personas– está expuesta en sus edificios a valores por encima de 70 dBA. Sin duda, vivir en Málaga es vivir con ruidos –y muchos–.

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