26 de abril, Día Mundial contra el Ruido

Frente a un contaminante que no se ve pero se escucha, esta fecha conmemorativa busca concientizar sobre un problema de la vida moderna.

A nivel internacional, desde 1996 se realiza una campaña para dar cuenta de los problemas de salud que puede ocasionar el ruido: desde una pérdida de audición momentánea a una permanente, este contaminante puede tener efectos nocivos en los humanos y animales.
Tal campaña se realiza año con año el último miércoles del mes de abril y fue instaurada, primeramente, por el Centro para la Audición y la Comunicación en Estados Unidos, extendiéndose rápidamente al resto del mundo.
El objetivo no se detiene en crear conciencia sobre las consecuencias negativas del ruido, sino que también promueve alternativas para reducir este problema de contaminación invisible a través de estrategias diversas, incluyendo acciones individuales.

Conociendo al enemigo

Para combatir el ruido es necesario conocerlo: este elemento se puede definir como un sonido que por su intensidad perjudica al órgano de la audición; el daño difiere de persona a persona, aunque existen algunas generalidades.
Llegar a una idea del daño que ocasiona el ruido es posible al tomar en cuenta la medida por la cual se conoce su intensidad, los decibelios (dB); la exposición constante a sonidos arriba de 80 puede ocasionar problemas. 
¿Cómo tener una referencia de la intensidad de los decibelios? Mientras que los susurros miden alrededor de 30, el motor de una cortadora de césped varía entre 80 a 89 y los disparos de armas de fuego tienen 140.
Otros ruidos que tienen más de 80 y que en consecuencia, llegan a ser dañinos para la salud son producidos por el tránsito, los aires acondicionados, las motosierras, las carreras automovilísticas y el escuchar de cerca una sirena.
Algunas de las claves para detectar sonidos de alta intensidad son el sentir dolor o zumbidos en los oídos; no es posible mantener una conversación, porque el ruido la cubre y otros sonidos se escuchan disminuidos o menos intensos.

Efectos nocivos

Una de las consecuencias de la contaminación acústica es la pérdida de la audición, la cual puede llegar a ser temporal o permanente dependiendo de la sensibilidad de cada persona, de la intensidad del ruido y del tiempo de exposición.
Sin embargo, estudios han demostrado que las consecuencias negativas de este problema van más allá de la momentánea pérdida auditiva y la sordera, pudiendo llegar a inducir otros problemas fisiológicos.
Algunas alteraciones que puede ocasionar la contaminación acústica desembocan en la presión arterial, en los cambios en el sueño, en el proceso digestivo e incluso afectar el crecimiento del feto, y si bien en ocasiones pudiera no representar un problema en cualquiera de los campos anteriormente expuestos, sí puede contribuir a algún malestar psicológico manifestado mediante signos de irritabilidad.

Datos de impacto

Tan sólo en Estados Unidos alrededor de 40 millones de personas poseen algún tipo de pérdida auditiva ocasionada, precisamente, por haber estado expuestas ante un sonido de una intensidad considerada peligrosa.
Además, uno de cada cuatro estadounidenses que afirmaron encontrarse con un excelente o buen estado de salud auditiva en realidad habían sufrido algún tipo de pérdida en la audición, como resultado del contacto con altos niveles de ruido.
Es de resaltar que más de la mitad de los adultos que reportaron daños en el oído no realizaban algún trabajo ruidoso, por lo que se implica la necesidad de protegerse sin importar si se labora en algún lugar de riesgo.
La pérdida de la audición constituye un problema crónico tan actual que ocupa el tercer puesto en las enfermedades crónicas más frecuentes en la Unión Americana, por lo que es más común reportar pérdida auditiva que diabetes o cáncer.