Málaga exigirá un vigilante en la puerta de los bares de las calles más ruidosas

  • Controlarán la entrada y salida de los clientes con el fin de minimizar el impacto acústico
  • Es una de las medidas de las Zonas Acústicamente Saturadas que quiere fijar el Ayuntamiento

El Ayuntamiento de Málaga forzará a los bares instalados en aquellas calles en las que se superen ampliamente los niveles de ruido permitidos a contar con vigilantes que controlen la entrada y salida de los clientes. Una labor con la que, además, se pretende poner coto a la bebida en el exterior de los establecimientos, fuente en muchos casos de los excesos sonoros que se producen de manera habitual en puntos como la Plaza Mitjana. Ésta es una de las medidas que contemplan los responsables del área de Medio Ambiente en el marco de la futura declaración de Zonas Acústicamente Saturadas (ZAS) en la capital de la Costa del Sol, con las que se busca reducir el impacto que supone para los vecinos del Centro histórico y del entorno de El Romeral, en el distrito de Teatinos, los negocios de hostelería existentes.

Si la intención inicial de este mismo departamento era la de someter a aprobación estas ZAS antes incluso de verano, la tramitación se vio ralentizada tras la destitución de Esther Molina como directora general de Comercio y el nombramiento de su sustituto. Transcurridas varias semanas del relevo, el concejal de Medio Ambiente, Raúl Jiménez, confirmó ayer a este periódico que se «ha reactivado» el procedimiento, lo que incluye la emisión de varios informes por parte de la Asesoría Jurídica y de Intervención. Con todo ello, el edil del PP confió en que a lo largo de octubre pueda culminarse el proceso.

EN CASI UNA VEINTENA DE VÍAS SE ALCANZAN O SUPERAN LOS 70 DECIBELIOS POR LA NOCHELA INTENCIÓN DE MEDIO AMBIENTE ES QUE LA MEDIDA ESTÉ LISTA PARA APROBARSE EN OCTUBRE

Jiménez confirmó que la presencia de estos vigilantes es un elemento que será exigido a los locales situados en aquellos puntos «muy saturados acústicamente». Puntos en los que, según expuso, se lleguen a superar los 70 decibelios, cuando el límite autorizado en horario nocturno es de 55. De acuerdo con los estudios de los que se ha venido dotando el Ayuntamiento en los últimos años para ir adelante con estas delimitaciones, uno de ellos elaborado por la empresa Sincosur, en la inmensa mayoría de las calles del casco antiguo se superan los límites permitidos en horario nocturno, contabilizándose casi una veintena en la que el ruido alcanza o supera los 70 decibelios.

Precisamente, el informe de Sincosur, que incluye una serie de mediciones acústicas realizadas hace ahora algo más de un año, se propone de manera específica que los titulares de los establecimientos velen, «disponiendo de los medios necesarios, para que los usuarios, al entrar y al salir del local, no produzcan molestias al vecindario; se dispondrá de un responsable del local en la puerta de los locales a partir de las 23:00 hasta la hora de cierre para garantizar este aspecto». A partir de ese momento, en estos locales cesará la música «y no se podrán servir más consumiciones; no se permitirá la entrada de más personas, se encenderán todas las luces para facilitar el desalojo de los establecimientos, que deben quedar vacíos de público y cerrados al mismo en el plazo máximo de 20 minutos».

La aplicación de esta medida se contempla, según el estudio para los entorno de la Plaza de la Merced, la calle Madre de Dios, las plazas Uncibay y Mitjana, las calles Granada y Compañía, Marqués de Larios y Strachan, Alcazabilla, y en las calles Andrómeda, Margarita Xirgu y la Avenida Plutarco, estas tres últimas en la zona de Teatinos.

Para el conjunto de todas las zonas saturadas la posición del Consistorio es la de impedir la concesión de nuevas licencias de hostelería, de manera que se ponga coto a la proliferación de este tipo de negocios en aquellos locales sin uso. No obstante, el edil admite la posibilidad de «dar marcha atrás en los usos», de manera que sí se autorizaría, por ejemplo, que donde hay un bar de copas con música se pueda instalar una heladería o u restaurante.

Pero la apuesta por ir más allá y reducir los horarios y las superficies autorizadas de terrazas en las calles con niveles elevados de ruido sigue dejando en manos de una mesa de negociación y estudio de la que formarían parte los técnicos municipales, los vecinos de las zonas afectadas y los empresarios. Y ello a pesar de que los propios estudios técnicos marcan claramente como necesaria la adopción de estas medidas.

A modo de ejemplo, en el informe de Sincosur se llega a plantear la retirada de las terrazas a las 23:00 los jueves, viernes y sábados (a excepción de los meses de verano) y la reducción a la mitad de la ocupación máxima permitida para las terrazas en zonas como La Merced, Madre de Dios, Mitjana y Uncibay, subrayando la necesidad de que la Policía Local acuda a la zona para verificar el cumplimiento de la medida. Conforme a las mediciones realizadas por los técnicos, una limitación de este porcentaje de mesas y sillas en la calle permitiría reducir en 3 decibelios la intensidad acústica en estos puntos.

Incluso, se llega a sugerir que las actividades de hostelería en estas zonas establezcan «días de descanso escalonados entre ellas, de tal forma que esas actividades no cierren los mismos días de la semana». En las calles Granada y Compañía también se marca el límite de las 23:00 para las terrazas y se planta una reducción del 25% de la ocupación permitida (bajaría la intensidad acústica en 1,25 decibelios); condiciones que se extienden a la calle Marqués de Larios, Strachan y Alcazabilla.MALAGAHOY

Vecinos de Mitjana vuelven a la carga contra el exceso de ruido en la plaza

Denuncian ante el Defensor del Pueblo Andaluz «la falta de interés» del Ayuntamiento por corregir la situación

 

Los problemas de ruido en la Plaza Mitjana vuelven a salir a la luz. Dos años después de que los vecinos de esta zona del Centro histórico, tradicional asentamiento del ocio nocturno, denunciasen por vez primera ante diferentes áreas del Ayuntamiento de Málaga el problema ante el que se encontraban, la situación parece repetirse y mantenerse. Así lo ponen de nuevo de manifiesto estos residentes en un escrito remitido al Defensor del Pueblo Andaluz, con el que contestan a un último informe elaborado por el Consistorio, que pone de relieve que las últimas mediciones acústicas realizados confirman unos niveles sonoros por encima de lo permitido.

«Llevamos recibiendo informes desde que empezamos a denunciar los hechos a las diferentes áreas del Ayuntamiento, desde el 15 de junio de 2015 (…) pero tal y como está la situación se puede decir que nada se ha hecho salvo mover papeles de un lado para otro», recoge literalmente la contestación enviada y firmada por Óscar Agudo, en representación de la comunidad de propietarios de Luis de Velázquez, 7, y de los residentes del entorno de la Plaza Marqués del Vado del Maestre.

Para complementar sus valoraciones, el escrito incluye una fotografía tomada desde el balcón de una de las viviendas el pasado 8 de julio y en la que se aprecia una aglomeración extraordinaria de personas en la calle. «La situación se repite, nuestros derechos se siguen vulnerando y la Policía Local no actúa», sentencia. Incluso, Agudo cuestiona el papel que en este asunto juega el Ayuntamiento, al punto de afirmar: «no existe ningún interés por parte de este Consistorio en actuar, en aplicar las medidas correctoras que le venimos exigiendo desde hace más de dos años».

En concreto, alude a la declaración de este punto como Zona Acústicamete Saturada (ZAS), lo que incluiría la adopción de medidas para reducir el impacto sonoro; la sanción del incumplimiento de la Ordenanza de Convivencia Ciudadana, en lo relativo a beber en la calle fuera de las zonas autorizadas para ello. Todo ello, a juicio de estos vecinos denota «una falta de interés total en poner coto a este problema y viendo a su vez una clara y manifiesta connivencia con los establecimientos que existen en el entorno».

Sobre estos dos elementos de queja, cabe recordar que el área de Seguridad sí asumió meses atrás el reto de poner coto a los problemas de ruido, sancionando generalmente todos los fines de semana no solo a los locales que permitía el consumo fuera de las zonas de terraza autorizadas, sino también de aquellos particulares que venían en plena calle fuera de estos recintos. A ello se suma el compromiso anunciado a principios de año por el área de Medio Ambiente de declarar buena parte del Centro histórico como Zona Acústicamente Saturada, sin que hasta el momento haya ido adelante con esta actuación.

 

MALAGAHOY

Una ciudad molesta para los oídos

SUR comprueba que Málaga supera en su actividad diaria los 65 decibelios que marca el reglamento andaluz como máximo nivel sonoro

 

JUAN SOTOMálagaDomingo, 9 julio 2017, 00:34
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Si pensamos en fuentes de contaminación acústica en la ciudad, a todos nos viene a la mente el tráfico, los bares, las terrazas de los restaurantes, las obras o los niños chillando en el patio del colegio. Pero, ¿y si dijéramos que en la calle Larios, una vía peatonal en donde no hay tráfico, ni bares, ni menores dando pelotazos a un balón, se superan todos los límites acústicos marcados en el decreto andaluz? Más aún, ¿y si dijéramos que en esta calle comercial hay tanto ruido como el que se sufre en muchas vías por donde pasan los coches?

La realidad es que Málaga es una ciudad en donde se superan los límites de ruido permitidos en su actividad diaria. No es algo que digamos nosotros, sino los profesionales con los datos en la mano. Para contrastarlo hemos medido los diferentes sonidos que se generan en la ciudad con un sonómetro profesional. ¿El resultado? Que apenas es posible encontrar una calle en donde se baje de los 65 decibelios marcados como objetivo en el Reglamento de Protección contra la Contaminación Acústica en Andalucía recogido en el decreto 6/2012 de la Junta de Andalucía.

La sanción impuesta a dos centros educativos de la capital –el CEIP Lex Flavia Malacitana y el CEIP Revello de Toro– por sobrepasar los límites acústicos permitidos en la ordenanza nos ha hecho preguntarnos si algo así ocurre de forma excepcional o si, por el contrario, superar los 65 decibelios permitidos en zonas residenciales en horario diurno es algo más común de lo deseado. Ylos resultados han hablado por sí solos.

Para realizar este estudio acústico contamos con la ayuda de Domingo Guardia, ingeniero acústico y responsable de la empresa Guardia Ingeniería & Gestión. Las mediciones las realizamos con un sonómetro integrador tipo 1, uno de los más avanzados que existen y que cuenta con un margen de error de 0,1 decibelios. «Los resultados que obtengamos van a asombrar bastante», advierte antes de comenzar el recorrido. «Muchas veces no somos consciente del ruido que generamos simplemente cuando hablamos», apunta.

El estudio lo realizamos a lo largo de dos jornadas –jueves y viernes– y lo comenzamos en Cruz de Humilladero, en donde cada jueves se celebra el mercadillo semanal. Aparentemente es un día tranquilo de compras. Ya ha pasado el mediodía y apenas hay clientes en el interior del recinto, pero aun así el medidor registra un sonido medio de 74,6 decibelios. El simple reclamo de ‘un kilo de tomates a dos euros’ hace que el medidor se dispare hasta los 79 decibelios, un registro que supera con creces los 55 que marca la Unión Europea como umbral diario para evitar molestias.

Alertan de que muchos pisos carecen del aislante necesario

La Organización Mundial de la Salud establece que un sonido por encima de los 55 decibelios ya genera un fuerte malestar en la salud en exteriores habitables, y que a partir de 70 pueden generarse daños en el oído si el sonido se mantiene de forma generalizada. Ypor ello, las mediciones realizadas en diferentes puntos de la ciudad muestran datos preocupantes.

Los expertos explican que el verdadero problema radica en que las administraciones sólo están centradas en controlar el ruido que generan los emisores definidos (como la hostelería) y no en el que se genera de forma habitual en las calles. Por ejemplo, el Reglamento de Protección contra la Contaminación Acústica en Andalucía establece que un negocio no puede emitir al exterior más de 55 decibelios, aunque en la calle se supere esa cantidad con creces. El ingeniero acústico Domingo Guardia explica que en muchas ocasiones el problema del ruido es doble porque las viviendas no cuentan con el aislamiento acústico necesario, algo que evitaría muchas molestias y quejas vecinales.

A modo de ejemplo, uno de los centros educativos denunciados por exceso de ruido en la capital superaba en siete decibelios el máximo permitido por ley, cuando cualquier día en la calle Larios ese límite se sobrepasa por encima de 10.

Ya camino del Centro, durante el mismo jueves también se realizaron pruebas en la Alameda Principal, en donde el medidor alcanzó una media de 74 decibelios y picos de hasta 78,4 pese a que a esa hora ya estaban paradas las obras del Metro y apenas circulan los coches en una dirección. En este punto, al paso de un autobús de la EMT, quedó claro uno de los principales retos acústicos a los que se enfrenta la ciudad: un transporte de este tipo dispara el medidor por encima de los 80 decibelios.

Para concluir la prueba del jueves nos desplazamos hasta la plaza de la Merced, espacio en donde se dan cita numerosos negocios de restauración con terraza. Y casualmente están casi todos vacíos. Pese a ser ya las 14 horas, sólo unos pocos negocios tienen actividad y el sonido generado se sitúa de media en 64,7 decibelios (la única medición de todas las realizadas en las que se cumplen los objetivos acústicos de la Junta). Pese a ello, con el paso de los turistas y de alguna carretilla de reparto alcanzamos los 73 dBA. «Con las terrazas llenas, el problema se multiplica porque todos tendemos a hablar más alto para que nos escuche el de al lado», razona Domingo Guardia.

Inicio en el Centro

La jornada del viernes comienza de nuevo en el Centro, en la principal arteria comercial de la capital: la calle Larios. Aunque para las personas que trabajan en esta zona no es algo desconocido, la vía nos depara una las principales sorpresas del estudio, ya que se alcanzan niveles medios de 72 decibelios pese a que no circulan vehículos ni hay negocios de restauración. «Es el ruido que generamos las personas; y lo peor de todo es que contra eso no se puede hacer nada», expone nuestro guía. Recorremos la calle a las 13 horas, y al llegar a la altura del hotel Room Mate Larios el medidor se dispara por encima de los 75 decibelios porque hay una aglomeración de personas esperando para participar en el castingde la próxima edición del televisivo Gran Hermano.

Sólo en una de las muestras se obtuvo un nivel inferior al marcado en la normativa

En la calleLarios, una vía sin tráfico ni bares, hay casi el mismo ruido que en un mercadillo

Calle arriba, en dirección a la plaza de la Merced, nos topamos con una banda de música callejera que anima a los viandantes en la plaza del Siglo. Los artistas también hacen subir el medidor, que supera por momentos los 90 dBA cuando aplauden los improvisados espectadores. Después, de regreso, ocurre algo similar en la calle Strachan. Es la hora de comer y los artistas callejeros campan a sus anchas entre los negocios de hostelería. «Para las personas que vivimos o trabajamos en el Centro, algo así lo sufrimos todos los días», explica el responsable de Guardia Ingeniería & Gestión, cuya oficina se localiza en la propia plaza de la Marina.

Para palpar otras dos realidades bien distintas, abandonamos el Centro y nos dirigimos a la zona Norte. Para comenzar realizamos mediciones junto al hospital Carlos Haya. Allí, pese a haber un gran cartel en el que se prohibe hacer sonar el claxon, el simple paso de los vehículos es suficiente para que los decibelios aumenten por encima de lo permitido. Se alcanza una media de 73, aunque los picos superan los 90 decibelios cuando pasa una moto. «¿A que hay ruido, verdad?», nos espeta un motorista que sale a todo gas como para que calibremos su medio de transporte. «Otro de los problemas que sufrimos en la ciudad es que muchas motos no pasan la ITV y emiten más ruido del que está permitido», apunta.

Para terminar el estudio nos trasladamos hasta la parte superior del falso túnel de Carlos Haya para medir el ruido que genera el tráfico por la autovía y el efecto que surten los paneles acústicos allí instalados. Son ya las 14.30 horas y el tráfico es intenso. Tanto que hay atasco en dirección a la avenida de Valle-Inclán, y el sonómetro lo nota. En la autovía se registran valores por encima de 84 decibelios, aunque en la zona donde se encuentran los paneles se constata una media de 71.

El problema, concluye Domingo Guardia, es que no todo se puede resolver con paneles acústicos como en este caso, o incluso como se ha propuesto para resolver el exceso de ruido generado en el caso concreto del CEIP Lex Flavia Malacitana. «Los niños tienen que jugar y no se les puede criminalizar cuando el panorama en la ciudad es similar; todos debemos ser más tolerantes», subraya.

Estudio realizado: Con un sonómetro integrador tipo 1 Cesva SE420. Para obtener la media se tomaron muestras de 3 minutos.

 

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